Entrevista con un isleño: vivir en Tabarca todo el año
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Introducción: la vida que late entre dos mares
Cuando piensas en Tabarca, seguro que se te aparece esa imagen de aguas cristalinas y callejuelas llenas de vida en pleno verano. Lo que quizá no imagines es cómo suena y se percibe cuando la temporada termina, cuando el bullicio se apaga y la isla vuelve a escucharse a sí misma.
En Tabarkeras llevamos años transportando pasajeros, y sí, eso incluye maletas y mochilas… pero también momentos, conversaciones con pescadores madrugadores, familias que han echado raíces aquí desde siempre y jóvenes que decidieron quedarse cuando la mayoría se marchaba. Este artículo nace de esa experiencia y de una entrevista con un vecino que reside en Tabarca los 365 días del año.
Conoce a nuestro entrevistado: Juan, isleño de corazón
Juan nació en Alicante, aunque sus padres pasaban todos los veranos en Tabarca. Con el paso del tiempo decidió mudarse de manera indefinida a Tabarca.
“Vivir en Tabarca todo el año no es para cualquiera”, nos dice, apoyado en la muralla mientras mira el horizonte. “Hay que adaptarse al silencio, a los días de invierno con viento que no afloja y a que todo aquí requiere su tiempo. Pero vale cada minuto”.
Con él hemos compartido travesías, charlas en el puerto y cafés con vista al faro. Su manera de ver la vida refleja que la isla no es solo postal de verano, también significa comunidad y un compromiso profundo por un lugar único.
Tabarca en invierno, primavera, verano y otoño
La vida aquí cambia tanto como el color del mar según la estación:
- Verano: En julio y agosto, la isla puede acoger entre 3.000 y 5.000 visitantes diarios. La plaza central hierve de actividad, los restaurantes trabajan a tope y los ferris van y vienen sin descanso. Juan lo describe como “una fiesta continua… que también cansa”.
- Otoño: Todo se ralentiza. El mar se queda plano, el turismo baja y los vecinos vuelven a saludarse con calma. Es la época preferida de muchos.
- Invierno: El ritmo baja casi a cero. “En enero, puedes cruzar la plaza y no encontrarte a nadie en horas. Y si el mar se enfada, olvídate del barco”, nos cuenta.
- Primavera: Empieza el movimiento suave. Llegan excursiones escolares, abren los hoteles y el sol calienta sin sofocar.
En Tabarkeras lo percibimos igual: cada estación tiene su atractivo… y sus desafíos.
Economía, vivienda y servicios: vivir aquí no es barato
Aunque suene idílico, quedarse a vivir en Tabarca no es un plan para todos los bolsillos ni para quienes necesitan todo a mano.
Coste de vida:
- Las casas son escasas. La mayoría siguen en manos de familias de siempre y otras se alquilan a turistas.
- Los precios, aunque son más bajos que en Alicante ciudad, siguen siendo elevados para un residente medio.
- El transporte depende del ferry, y si el mar no permite navegar, no hay viaje.
Servicios:
- El centro de salud funciona con horario limitado. Para emergencias, hay que trasladarse a tierra firme.
- La tienda de comestibles es pequeña y con lo imprescindible. Muchos vecinos realizan compras grandes en Santa Pola.
- La recogida de basura y el agua se ajustan al número de personas en la isla, que varía considerablemente según la época.
Retos y soluciones: el turismo con moderación
El turismo es el motor de Tabarca, pero también la parte más compleja de gestionar. En temporada alta hay más basura, más consumo de agua y energía, y las infraestructuras alcanzan su límite.
Algunos proponen limitar la entrada de visitantes o implementar reservas previas para proteger el entorno y ofrecer una experiencia de mayor calidad. “No es cuestión de excluir a nadie”, aclara Juan, “sino de que todos podamos disfrutar sin que esto pierda lo que lo hace especial”.
Memoria local y legado histórico
Juan creció escuchando a sus abuelos hablar de cuando la pesca lo era todo, de las fiestas con olor a salitre y romero, de inviernos junto al fuego oyendo historias de marinos y corsarios.
Tabarca no es solo bonita. Es una isla amurallada que ha presenciado batallas, una iglesia que ha servido de refugio y un puerto que respira al ritmo de las olas.
En Tabarkerass nos sentimos parte de esa historia: cada travesía es un pequeño recuerdo que se suma a la memoria viva de la isla.
Lo que significa vivir todo el año en Tabarca
Vivir aquí es:
- Conocer a cada persona con la que te cruzas.
- Aceptar que un temporal puede dejarte aislado… y asumirlo con naturalidad.
- Ver el mar tranquilo a primera hora, solo tú y las gaviotas.
- Centrarse en lo esencial y prescindir de lo innecesario.
“Para mí”, dice Juan, “Tabarca es más que un lugar. Es un estilo de vida. No cambio mi amanecer aquí por nada del mundo”.
Conclusión: Tabarca, más que una isla
Escuchar a Juan confirma que vivir en Tabarca todo el año es un compromiso con el mar, con la comunidad y con una forma de vida que perdura.
Por ello, te invitamos a conocer esta isla más allá de la típica imagen de verano. Ven en primavera, otoño o invierno. Sube con nosotros al ferry, conversa con los residentes y descubre que lo más valioso de Tabarca no es lo que ves… sino lo que se vive.